martes, 1 de julio de 2014

Volver a volar

Es invierno en la cordillera patagónica. Las heladas son muy intensas, tanto que no se descongelan y cuando sale el sol, lo que queda a la sombra, sigue con hielo…. Y así, la sombra de un árbol está blanca en medio del pasto verde, y mis nenas corren a pisotear para quebrarlas láminas de hielo con formas. . Hay días muy grises y otros con un ténue sol que no alcanza a entibiar... pero para calentar el cuerpo nada mejor que hacer ejercicios, y para calentar el alma nada mejor que el cariño de la familia y los amigos. Sabemos que quienes vamos perdiendo la vista nos metemos en la guarida y pensamos que no saldremos de allí ni locos, que todo lo que hay afuera es incertidumbre, riesgos, vértigo, oscuridad, da terror pensar en hacer el ridículo por no ver y resignamos hasta lo que más nos gustaba hacer porque estamos convencidos que no podremos, además que odiammos molestar y estar pidiendo a los demás ayuda, nos molesta muchísimo depender de otro para lo que sea…. Así que bajo ningún concepto saldremos de la guarida, que es el nidito seguro donde nos escondemos como pájaros heridos. Y un día, asomamos la naríz hacia el exterior, por alguna razón, y ahí, sin darnos cuenta vamos sacando una partecita más de nosotros hacia afuera… y cuando reaccionamos estamos totalmente fuera, y nos entra un vértigo tremendo y hasta queremos regresar… pero ya es tarde, ya estamos muy involucrados en la vida exterior. Eso, por supuesto me pasó a mí también. Salí en contra de mivoluntad, apenas asomándome y sólo por mis hijas que me necesitaban. Y ya fuera de mi guarida hice más y más, tuve que empezar a usar el bastón, mi sable láser verde, para ir más segura, y aunque al principio me daba mucha vergüenza, me di cuenta que iba más protegida y podía dejar de depender de mi esposo. Tras eso encontré que la gente, en general, me ofrece ayuda, es súper amable conmigo porque notan que no veo y así evito sentirme ridícula intentando hacer cosas que no logro. Y me involucré tanto con nuestro grupo A.DI.VI. (amigos discapacitados visuales), que fui muy visible para los demás…. Y así estuve en cada campaña, dando charlas en las escuelas junto con mis compañeros, en los medios de comunicación, haciendo deporte…, me puse las pilas con todo para el programa de radio al que nos invitaron a participar. Dale y dale, y uno ya no piensa en los límites , sólo a veces,… y un día alguien te detiene repentinamente , de un solo golpe te hacen sentir frágil y dan ganas de salir corriendo a guardarse otra vez en el nidito que era seguro y confiable , que eso de intentar volver a volar no es para los que vemos tan poco o nada, porque salen a flote todas las inseguridades. Así me pasó hace varios días, tuve una discusión con alguien que me acusaba de cosas, que me levantó la voz y me trató muy mal, “que no entiendo”, que soy esto y aquello …. QUÉ LOCURA!!.... si yo todo lo que quiero es utilizar esto que me pasa con la vista para hacer cosas positivas, y que la gente sepa qué es la discapacidad visual, que se puede salir adelante y ser feliz… y yo que no peleo ni con el perro, que evito los momentos tensos, que trato de ser positiva, me encontré con un par de tipos que usan a las personas con discapacidad y no me pude quedar callada… y me ligué un despelote bien feo, y es que algunas personas no soportan que otras que tienen discapacidad muestren sus capacidades, ellos prefieren tenernos lástima y como creen que somos tontos, pretenden usarnos…. Pasé un momento horrible, Pero fue tan grande el sunami de amor que recibí tras eso, el apoyo de mi gente, amigos, familia…. Que lloré dos días, el primero de angustia y el segundo de emoción y agradecimiento…. Y así, como esas cosas que pasan, me llegaron invitaciones que me dejaron tan sorprendida por llegar en el momento justo. Cuando todavía siento vergüenza de pedir ayuda, los Linces, corredores con discapacidad visual, me invitaron a una carrera, en el lugar más hermoso que pueda haber, en el camino de los 7 lagos, y con bastante miedo dije que sí… y tuve que pedir ayuda para entrenar, obviamente necesito un guía, y Néstor, mi esposo, se puso las zapatillas y me hizo el aguante en la pista y aparecieron voluntarios maravillossos que se ofrecieron a correr conmigo, resignando su propia comodidad, teniendo que ver por mí y por ellos. Mi profe de deporte tendió los hilos y me facilitó todo. . Corremos en caminos bellísimos entre nogales inmensos, bordeando el río Azul, al pie de la montaña, y me hace muy bien, aunque me cuesta todavía aceptar que sólo puedo correr con guía… pero al fin correr, volver a correr… no como antes, cuando corría sola en Pto. Madryn a orillas del mar, por la arena mojada, viendo las ballenas y las gaviotas, en total libertad enfrentando el viento y aliviando el cuerpo y el alma, sino como lo puedo hacer ahora, adaptándome a ésta vida con baja visión, acompañada y por los caminos de la Comarca Andina, escuchando los pájaros y percibiendo el aire helado y con aroma a humo de chimenea… es como volver a volar… La otra invitación que recibí es la de la gente de FM Patagonia Andina, una radio muy escuchada por éstos lados, para hacer un programa desde A.DI.VI. con todo lo que tenemos para mostrar y compartir…. Y si bien nosotros ya éramos parte de un programa en otra radio, siempre nos quedaban cosas fuera porque la hora de programa es compartida. Y ahora estaremos en dos programas, el que compartimos y el nuestro, desde donde tenemos la posibilidad de llegar a más personas que están en sus casas y por algún motivo sienten que no pueden salir adelante. Les queremos contar que sí se puede, les queremos hacer compañía, acercarles historias, música, audiolibros, y todo lo que podamos hacer para dar una mano. Y llegaremos por el aire, volando,hasta donde nos quieran escuchar. Así que por más que quisiera ya no podría volver a mi guarida. Debo entrenar, armar el programa de radio, atender mi familia, el estudio de mis niñas,la chocolatería (que está muy tranquila), y siento que ya no puedo volver atrás. Cada reto que acepté me ocasionó un torbellino de ganas mezclada con miedo… pero en cada camino que tomo no estoy sola, tengo la enorme suerte de tener gente maravillosa a mi alrededor en la que puedo apoyarme y sentirme respaldada. Salir a correr en éste invierno, bajo la llovizna o con un día soleado donde la nieve de los cerros cortan el azul del cielo es uno de losplaceres más grandes que puedo darme, y mientras las piernas avanzan y el aireentra a mis pulmones me resulta casi raro de creer que lo estoy haciendo, era algo a lo que me había resignado a no volver a hacer… Y preparar los temas de los que hablaremos en nuestro programa sintiendo que hay alguien del otro lado al que le puede servir, son dos cosas que no dejan de sorprenderme. Yo ya tenía mucho, mis hijas, mi esposo, mi familia incondicional (hermanos, mamá , papá y abuela), amigos que no dejan de hacerme florecer el corazón, y si bien hay cosas que no tengo, por la economía, por la Retinosis, por los derechos que no se cumplen, todo esto que me hace feliz pesa muchísimo más en la balanza, y seguiré luchando por lo que queda por lograr, a pesar de los miedos y la gente intolerante. Y cuando me asaltan las incertidumbres y me pregunto si no era mejor cuando estaba “escondida” pienso que no hay nada mejor que volar. No es fácil, nada fácil, pero las cosas aparecen en la vida cuando abrimos la puerta para que entren, y a veces entran cosas negativas, a esas hay que sacarlas de un empujón y listo. En ésta comarca Andina, entre montañas y lagos, bajo el cielo limpio atravesado por pájaros, bajo la sombra de los árboles sin hojas del invierno y los pinos eternamente verdes, vivo yo, una simple persona que casi no ve, con ciertas carencias materiales pero multimillonaria en afecto, y no tengo palabras para agradecer las muestras de cariño y la comprensión. Correré, saldré al aire en dos radios, y cuando me sienta mal, insegura, frágil, aterrada, lo diré y siempre habrá buenas personas para reconfortarme . Amigos, suelten las alas, no teman a la oscuridad, vuelen libres y felices, que sí se puede volver a volar.