lunes, 15 de diciembre de 2014

CARRERA EN LLAO LLAO, TROFEO DE SORPRESA Y TRIUNFO DEL ALMA

Después de aquella primera vez en la que fui una Lynce más y junto a ellos corrí la carrera en 7 lagos transformando mi vida en un antes y un después de eso, llegó la segunda oportunidad. Sábado 13 de diciembre, en el imponente marco del legendario hotel Llao Llao, enmarcado entre montañas, lagos, un entorno cuidado al extremo de parecer una pintura y en un día soñado de sol, llegó el momento de volver a reunirme con los Lynces. Tras dos meses de un entrenamiento con altibajos, pero sostenido por la gran voluntad de Néstor y Marianita principalmente, llegó el viernes 12 y salimos hacia Bariloche. Con Gustavo, mi guía, Mora, Sol, Nes y yo partimos al encuetro del siguiente desafío. El camino entre Bolsón y Bariloche es hermosísimo pero lleno de curvas, subidas y bajadas que me marean indefectiblemente….. y no quise tomar Dramamine para no llegar medio dormida, pero llegué con el estómago en la mano…. Dejamos nuestras cosas en la casa de Carlos, un amigo que nos prestó su lugar (muy lindo) y nos fuimos al famoso y mítico hotel Llao Llao. Apenas uno se acerca todo parece de película…. La perfección de cada detalle, el paisaje que lo rodea y su arquitectura tan mágica y característica en medio de los azules de los lagos, los verdes de los bosques y el césped impecable que parece alfombra y las montañas con puntitas blancas de fondo. Su interior también soñado, las alfombras, la iluminación cálida, y los cientos de detalles que no capto pero que me iban describiendo, los salones y la cordialidad. Hicimos las acreditaciones a la carrera y comenzamos a encontrarnos con los demás Lynces. Todo alegría y abrazos… con el magnífico árbol navideño del hotel de testigo. En el salón de convenciones tuvimos la oportunidad de hablar ante los corredores convencionales, “los que ven”, presentarnos y recibir sus aplausos…. Tremendo momento de emoción!. Luego la charla técnica y disfrutar de una charla hermosa, profunda y fundamental con mi guía en una terraza espectacular con el sol a punto de bajar…. Momentos y más momentos…. Luego cena con todos los Lynces y a descansar para el gran día. El estómago no se me acomodaba pero yo estaba feliz igual…. Y por fin llegó el momento esperado. Llegamos temprano, ya había corredores preparándose, la música que animaba a entrenar, la gente contenta, los puestos de hidratación, premiación, guardarropas, etc.,, y Gus y yo comenzamos a meternos en la carrera…. entrada en calor, mucha agua, y ya estábamos listos…. Lo único que me preocupaba (además de mi contínuo dolor de estómago), era la montonera de la largada, pero los organizadores tuvieron el gesto de hacernos largar unos minutos antes, total el tiempo se calcula con el chip que cada corredor lleva. Conteo regresivo para los Lynces y allá salimos…. Con una adrenalina tremenda, y para arrancar una cuesta hacia arriba bastante empinada. El camino es, como todo allí, magnífico, rodeado de bosque, retamas amarillas y perfumadas, subidas, bajadas, pájaros que nos cantaban al paso y aroma a pino. La cabeza de Gustavo, el corazón de los dos y las cuatro piernas hicieron que ésta carrera fuera lo que fue. Las subidas con mucha inclinación obligándonos a trotar despacio y las bajadas empinadas que nos aceleraban y debíamos controlar…. Y mi dolor de estómago…. Mi mente repetía: “voy bien”…. Y así hicimos más de la mitad del recorrido, y en una de las últimas trepadas mi pancita iba a abrirse como en la película de Alien… jajaja…. Y Gus me preguntaba: “vas bien?”…. y yo le deciá que si, obviamente (no le iba a decir que no estaba del todo bien ni loca, a ver si se le ocurría parar….) …. Y pensé en mi amigo Ale, que cumplía años ese día, pensé en su sonrisa, en sus ojos hermosos, y divisé las retamas enormes y amarillas ocres que podía distinguir cuando el sol se colaba entre el tupido bosque, igual que las que vió él en su viaje donde partió, igual que lo tengo en la foto que ya no distingo pero que recuerdo perfectamente y que está en un cuadro en nuestra chocolatería, y corrí y corrí sintiendo su aliento. Más de la mitad de la carrera fuimos justo detrás del Lynce Miguel y su joven guía Gabriel, y al tomar la última bajada aceleramos a full y se nos quedaron atrás, lo que fue motivo de risas todo el resto del día. Y comencé a escuchar la voz del animador de la carrera, los aplausos, y Gus me agarró de la mano porque venían unas curvas y yo con tanta sombra de los bosques no veía nada…. Y bajamos con todo pero controladamente para no perder el equilibrio en el paso del asfalto al ripio y pasto….y entramos al corralito de llegada….. y fui la primer mujer en pasar por allí!.... Néstor, Mora y Sol llegaron corriendo y con Gus nos dimos un gran abrazo!.... tras nosotros entraron Miguel y su guía Gabriel. Fuimos los primeros Lynces y allí esperamos a los demás…. El día era maravilloso, iban llegando los corredores, nuestros compañeros Lynces con sus guías, y se sumaban los abrazos y los buenos momentos.Charlamos bajo los árboles y a orillas del lago, compartimos historias, familia, sueños, logros y hermandad. El dolor de estómago se fue mucho después. Volvimos al Llao Llao a las 19 hs. Para la premiación, todos bañaditos y bonitos…. Con un cóctel increíble, una atención magnífica y en un salón bellísimo se presentaron las clasificaciones y allí nos llevamos la sorpresa de que había hecho el menor tiempo de todas las mujeres, las que ven y las que son más jóvenes…. Jajaja. Pero no me entregarían trofeo por ser parte de una “categoría especial”, cosa que no me molestó, yo estaba allí para hacer lo que estaba haciendo… pasarla bien con los Lynces. Alex, la organizadora de nuestro grupo estaba algo apenada pero para mí era más importante haberlo hecho que el trofeo, así que sentada en unos cómodos sillones y comiendo cosas riquísimas disfrutaba. Gus se tenía que ir y Nes lo llevó al centro (a más de 30km. Del hotel), Mora sacaba fotos por todos lados y Sol se mezclaba entre la gente y mientras, iban entregando los premios… y de repente dijeron mi nombre en el primer lugar de la categoría convencional (verdadera inclusión)…. Yo me paré y quedé allí…. El escenario estaba lejos y había mucha gente pero apareció Javier, marido y guía de una Lynce y me tomó del brazo y corrimos entre la multitud hasta llegar y subir a recibir mi trofeo, toda una sorpresa… Mora corrió a sacar fotos, Sol corrió a aplaudir y Alex a felicitarme…. Bajé, recibí abrazos, millones de felicitaciones, aplausos…. Y todo era casi un sueño…. Luego Pedrito, un corredor ciego de 67 años también subió al podio quedando en segundo lugar en su categoría y todos los Lynces estuvimos muy felices. Qué más puedo explicar…..! con fotos en los jardines del hotel, con la puesta del sol tras las montañas, con un atardecer increíble, sin frio y viento, en el césped impecable y las luces que comenzaban a encenderse y a desaparecer mi pobre resto visual con el ocaso, llegó Néstor, y saludamos a cada Lynce que se fue. Disfrutamos un rato más nosotros cuatro, nuestro “clan” y nos fuimos de allí con el último rayito de lusque se escondía. Mis hijas habiendo vivido una experiencia que no olvidarán, Nes orgulloso de su esposa, y yo…. Simplemente feliz y plena. El domingo amaneció lloviendo y con frio, dejamos la bonita casa de Carlos y nos fuimos al teleférico que vimos cada vez que íbamos al Llao Llao y subimos al cerro Otto a la confitería giratoria a pasear y yo a volver a marearme…. Jajajajaja….pero ya no importaba…. Desde allí arriba se ve todo el paisaje, los cerros, las islas en el inmenso lago Nahuel Huapi, los demás lagos, y toda la naturaleza que rodea el lugar. Cada momento fue para recordarlo, para grabarlo…. Cada lugar, cada historia de un Lynce y su superación a la ceguera, cada abrazo y cada palabra…. Cada triunfo del alma libre y capáz. Ésta carrera la viví con los pies más en la tierra que la anterior donde mi alma sólo estaba flotando, y me queda lo vivido como abono de mi espíritu, porque siento que crezco como persona en cada experiencia con los Lynces, porque encontré MI LUGAR, porque como dice Maria Josse, una hermosa Lynce, “cuando corro, veo”, porque el corazón que late fuerte, las piernas que avanzan, la familia que alienta, el guía que marca el ritmo, los pájaros que cantan, y los abrazos hacen florecer el alma. Yo estuve encerrada abatida por la Retinosis, sintiéndome la más grande de las perdedoras pero un día acepté ayuda, acepté desafíos y de a poco fui saliendo. Por eso narro éstas experiencias, para que quienes todavía están allí adentro, sepan que todos podemos hacerlo. No sé qué vendrá, pero por lo pronto voy a seguir entrenando, volando…. intentando…. solamente eso es ganar.