sábado, 6 de enero de 2018

BALLENAS VERDADERAS

Correr en la playa, cerca de las ballenas, como lo hacía hace años, era un sueño de esos que quería cumplir. Los años que viví en Madryn, ccorrer era mi salvación a los problemas, y literalmente me salvó la vida. No necesitaba guía en aquella época si bien ya la Retinosis se presentaba cada vez más fuerte. Y corrí hasta el último día que estuve allí, por la playa, pisando la arena húmeda, escuchando el mar y viendo su color azul celeste y su horizonte tan infinito donde se van las ballenas en verano. En los meses que ellas estaban, corría prestando atención para verlas y escucharlas…. No hay mayor placer para el alma. Me fui, tuve que irme…. Y elegí la montaña…. Pero mi alma es marina. Pasaron tántas cosas, y después de 15 años volví a correr allí. Ahora con guía, claro, la Retinosis ya no me deja correr sola, ni ver las ballenas. El año pasado iba a ir a correr pero una lesión no me dejó, y por fin, éste año se hizo realidad. “Aventura Franca Austral” era el motivo, la excusa, la vuelta. Madryn nos recibió con un amanecer hermoso, brillante, naranja iluminando todo desde el horizonte del Atlántico. Bello, bellísimo Madryn que me regala momentos maravillosos y de los otros…. Y llegó el día, la carrera al lado de las ballenas… Sol fantástico, cielo limpio y viento… muchísimo viento. Iban a ser 21 k y en más de 1 mes sólo habíamos corrido 3 veces, aunque gracias a Impulso gimnasio no me quedé sin entrenar nada…. Y por suerte, hubiera sido imposible terrminar esa carrera de otra manera. Largada desde Playa Canteras, en el canto rodado donde los pies se hunden…. Cuenta regresiva en silencio respetando la zona restringida y salimos. Quedé sin aire a los 500 mts. Luchando entre intentar corrrer por las piedritas y contra el viento. Senderos entre la típica estepa patagónica, playas maravillosas de El Doradillo, sonido de gaviotas, arena húmeda, seca, colchones de algas donde me hundía hasta las rodillas, piedras enormes resbaladizas por donde subir, más playas silenciosas de arena con ese mar calmo de suave oleaje, camino de ripio y ese viento típico… tanto viento, tantísimo viento. Le pedí a Eliseo que no me presione, que no iba a ganarle a nadie, sólo a disfrutar, y teniendo en cuenta el escaso entrenamiento iba a ser glorioso si terminaba esa carrera sin caminar. Y así fue, no paramos nunca, ni aunque el viento nos empujaba con todas sus fuerzas, no paramos. Bueno,( en realidad paramos cuando se me salió una zapatilla cuando salté una canaleta y al caer el desnivel me la sacó de un tirón, y tras ponermela y ajustarmela bien seguimos)… Km. 17 y ya estaba agotada…. Faltaba más playa de arena y los últimos 500 mts. De canto rodado. Y cuando por fin llegamos a estar cerca, el esfuerzo era tan grande que ya no había casi fuerzas, ni aire, sólo corazzón. Y llegamos…. Y saben qué?, las ballenas estaban allí, a poquitos metros de nosotros, bien cerquita de la costa, como intentando que yo pueda verlas una vez más… y saben otra cosa?, en ese mar azul, creo que distinguí su enorme figura oscura…. Y eso sí, las escuché muy bien. Ellas, tan frágiles y grandes, tan sensibles y puras, tan libres y verdaderas… transmiten ese sentimiento que traspasa todo y llena elcorazón, y emociona... En medio de ese paisaje infinito de playas y acantilados, de bahías limpias…. El resultado no estuvo tan mal, 5ta en la general de mujeres con 1 hora 58 min. Pero eso es lo que menos importa. Y me traje todo el aire de mar que pude en los pulmones, y todo el azul que pude pescar en las 2 o 3 células vivas de mi retina, y en los oídos el viento soplando y las gaviotas…. Y como siempre, como antes, por siempre, las ballenas en mi corazón.

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